Yo también he pedaleado y pedaleo, irredenta. Es lo que me pone una sonrisa en la cara a diario, es lo que hace que ir al trabajo cada dia sea cómo un domingo por unos minutos. Confieso que he llegado cargada de energía, con la luz del sol a cuestas, con los aromas de las hierbas del campo por donde paso, los cantos y graznidos de las aves que pueblan el rio al lado del cual pedaleo.
Confieso que no llevo casco y los señores mayores vestidos de marcianos multicolores me han llamado la atención por ello, Que mi bici lleva alforjas, luces, timbre y guardabarros, y unas ruedas enormes.
Confieso que he descubiertos rincones de mi ciudad que ni sospechaba cuando iba en coche ó en metro, y me han encantado, y me tomo un café en la plaza Massadas y me parece estar en un pueblito...
Confieso que he buscado las mejores rutas, preferentemente en zonas con poco tráfico, respetando la prioridad de los peatones y muchas veces he intercambiado saludos, sonrisas y frases amigables con ellos.
Confieso que tengo que aceptar pacientemente que me llamen poco menos que heroína por hacer algo que me encanta "vienes a trabajar cada dia en bici??? desde tan lejos???"
Confieso que he perdido la paciencia con algunos amigos que opinan que somos un estorbo y un peligro y nos creemos súper-guays-enrollados-alternativos por ir en bici y en realidad somos unos pedantes, La envidia que es muy mala!
Y por último confieso que he contagiado a mi marido y también ha caído preso de la felicidad sobres ruedas.
El de la bici: confieso que he pedaleado
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